Hace pocos años este pueblo aún seguía limpio, recuerdo que las primeras siembras de la planta de coca fueran cosechadas por mi vecino Don Juan, un hombre noble que poco a poco fue corrompido por el poder y la codicia que le otorgaba esta droga.
lo que estos hombres vinieron a hacer al pueblo con sus falsas promesas de poder y dinero fue atroz. Se hacían llamar a sí mismos “los magos” y se anunciaban con lujosas camionetas, joyas y miles de lujos estrambóticos que demostraban un derroche de dinero desenfrenado que hacían deducir al pueblo que eran hombres dignos de venerar.
Sin embargo, poco a poco La vida en el campo se estaba tornando algo difícil. los campesinos esparcían una sensación de cansancio general cultivada por la ansiedad que provocaba trabajar en semejantes condiciones. La producción de la droga esta fuera de control y las consecuencias que este negocio traía a el pueblo eran cada día mas severas: cuerpos cuyo rostro desfigurado era imposible de reconocer, miles de campesinos muertos, partes de cuerpos mutiladas y lideres sociales colgados del cuello en mitad de las plazas.
todo el terror sembrado en los hombres y mujeres que aquí habitaban crean una atmosfera de ansiedad que era imposible pasar desapercibida. ahora nos estábamos acostumbrando a vivir bajo la mira de un revolver de manera aterradoramente natural. Lo peor de esto: nadie hacia nada.
Era 1982 cuando yo trabajaba como concejal en ese pueblo, y podía darme cuenta de primera mano de como a estas alturas toda la política era parte de las atrocidades que traían consigo este mundo del narcotráfico. Alcaldes, policías, políticos y otras figuras de orden publico y municipal eran compradas por grandes sumas de dinero, al igual que otras eran asesinadas o amenazadas, todo dependía de los intereses económicos y personales de los altos mandos de estos grupos.
Yo era solo una cómplice mas de todo este problema, no podía hacer nada y aceptar el dinero que me ofrecían por mantener mi boca cerrada hacia solo más complicada la situación, ¿qué les aseguraba a ellos que yo no diría nada de todos los actos que habían cometido y los que planeaban cometer?, ¿Qué aseguraba mi propia seguridad y la de mi familia?, ¿solo un par de millones de pesos? . De eso se trataba todo esto: de dinero y poder. La tentación de aceptar el dinero era terriblemente grande, solía ser lo suficientemente liberal como para seguir los caprichos de mis emociones, pero en este momento todo era mucho más delicado, tenía que pensarlo y al parecer el tiempo que me tome para hacerlo fue demasiado. Este fue mi error: decidir no aceptar el dinero.
Era 1982 cuando mi marido me abandono, o eso es lo que quería creer hasta que hallamos su cuerpo sin vida en la mitad de la plaza. No fui lo suficientemente astuta como para huir de ese pueblo en cuando tuve la oportunidad, y a consecuencia de ello me había convertido en una mujer de 25 años, viuda y siendo perseguida por un grupo de hombres que me querían matar.

Pasé un par de meses escondiéndome, sabía que ellos tenían contactos en todas partes, sabía que ellos están en todas partes, tarde o temprano me encontrarían. No pensé que llegaría viva tan lejos, la sensación que me provocaba ese pequeño cuarto de hotel me recordaba constantemente lo asustada y sola que me encontraba. todas las noches lloraba y rezaba por que esto terminara pronto, en las tardes ver la televisión me resultaba tortuoso, todas las noticias hablan del mismo tema. Termine sumergiéndome en una enorme depresión.
Cuando me quede sin dinero termine vagando por las calles de Bogotá. ¿es así como terminaría viviendo?. El frió en las noches no me dejaba dormir y cuando lo hacia era presa del miedo que causaban mis pesadillas. Lentamente y sin saber exactamente como sucedió, termine ahogada en un mundo influenciado por las drogas e irónicamente termine consumiendo el producto que me causo todo esto.

En Diciembre de 1993 algunos de nosotros experimentamos una holeada de deleite al darnos cuenta de su muerte, era la primera vez en mucho tiempo que sentía un poco de paz. el país entero celebraba la muerte de esta persona, incluso aquellos que le juraron lealtad eterna. Sabíamos que no era el fin de esta guerra, pero también sabíamos que esta oleada de paz era sumamente refrescante para un país que había estado sufriendo mucho durante los últimos años…

vivimos en un país que aparentemente no tiene memoria, un país condenado a repetir su historia, o a vivirla para siempre. Si es así, podemos estar seguros del aparente estado de bancarrota moral en la que se encuentra el estado y los medios de comunicación…seamos honestos: aquí todos somos cómplices de semejante historia y aun así no podemos hacer nada.